domingo, 6 de septiembre de 2009

Esbozo

Quien mira fuera de foco arriesga su lucidez, empieza a sentirse loco por los demás, nadie espera encontrarse a un tipo caminando a ciegas, de espaldas, seguro y feliz, enfermo. Aquí es cuando deviene la burla, el egoísmo desmedido de sentirse más alto, normal.
Yo anhelo distinto, me gusta el caos por su capacidad de sorpresa, por la potencialidad que tiene a menudo la realidad más discreta de las humanidades de conmoverme, de hacerme trizas, de mostrarme que la quietud de nuestra coteidianidad no sirve, sólo está ahí y nada más, no brilla como la cara de un negro vibrando un golpe en el suelo rojo de su tierra. Allí río y allí lloro, porque esta piel siempre se vio magra, anormal, puta y llana; sin embargo sigue golpeando.
El resto camina, hace caso, se pudre sin sentido, quizá en sus ratos alguno piense en lo que no fue, en lo que quiso y no pudo y en el fondo se de cuenta de que su vida como la de mucha gente a podido al menos encontrase pensando su infelicidad. Lejana a su adentro la normalidad se pasea de lado a lado por el pasillo de un pen house y se siente orgullosa de no ser más que el buen champagne francés que baja por su garganta, burbujeante y fino, demasiado caro.
Un niño tieso y vacío, lleno de hambre, una boca negra que lo traga por la alcantarilla, un perro flaco, una carcajada borracha, un auto arrancando con toda esta furia y el vidrio lavado que se escurre en el viento de una noche que acaricia a los locos, una mano, una moneda y otro auto rompiendo la lastima ajena, volando por el aire al niño, haciendo justicia, acortando el destino.
La muerte es como la seda negra de algún traje a medida, la responsabilidad de cuidarnos, nuestra naturalidad de seguir, el fármaco, la posibilidad entre las posibilidades, una línea mental y su punto y aparte. La voluntad sigue caminando, arrugándose, golpeando el suelo, arrastrandose inconciente y cuando se encuentra caminado de espaldas se ve tan sola que a menudo la enferman, la apartan y la medican. Todos debemos pensar nuestra infelicidad aunque no haga falta, aquí es donde el caos aparece como única alternativa y quien ya lo a tragado camina tedioso de vuelta a su día vacuo, hay otros que lo escupen, su contextura es tan pura que lo rechazan, andan sin rumbo por un sueño que los va dejando flacos.

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